Podríamos dividir esta reseña en dos partes. La primera se resumiría en torno a las proximidades y distancias entre ciencia y psicoanálisis. ¿Sería más apropiado hablar de ciencias y de psicoanálisis, en plural?
La segunda nos lanza hacia la lectura que hizo Lacan de la obra de Kant.
De la primera parte diré lo siguiente.
Distinto hubiese sido mi itinerario psicoanalítico e intelectual si desde esas primeras lecturas, muchos años atrás, me hubiese chocado con las objeciones que se le hacían a Freud y al psicoanálisis; distinto porque hubiese ganado tiempo y claridad. En cambio, me enseñaron una epistemología sin ciencia y un psicoanálisis sin epistemología.
Para ser un poco más justo, ni siquiera en la escuela me enseñaron sobre los fundamentos de las ciencias, aunque el rótulo abundara por doquier: ciencias sociales, ciencias naturales, ciencias económicas, etc.
El libro de Daniel y Alejandro ayuda a corregir este déficit. En el mismo, desfilan los maestros: Popper, Bunge, Freud, Onfray y Kuhn, entre otros. Lacan es otro de los privilegiados, amén de ocupar un lugar especial. La renovación teórica llevada a cabo por él implicó, en su esencia, la reescritura de los lazos entre epistemología, ciencia y psicoanálisis.
El libro hace un racconto por las objeciones principales que se le hacen al psicoanálisis. Quizás quedo por revisar El libro negro del psicoanálisis aunque, a decir verdad, no es muy distinto a lo que Onfray replica y que los autores reseñan. No se descuidan tampoco los límites que se imponen entre sí ciencia, epistemología y psicoanálisis.
Por último, de esta primera parte, sorprende un elemento nuevo y una articulación nueva, que vendría a ser como la frutilla del postre: la teoría del cierre categorial y la ciencia transempírica.
De la segunda parte diré esto otro.
Ha resultado desafortunado que las relaciones entre Kant y Lacan hayan sido sólo estudiadas al nivel de la Crítica de la razón práctica, o lo que es más conocido para todos, el popular imperativo categórico. Sabemos que abundan trabajos sobre el deber moral en sus relaciones con el goce y con el superyó.[1]
Antes de comenzar estas líneas me dispuse a revisar Lakant,[2] texto de Jacques-Alain Miller y de la gente que lo acompaña, con la vana esperanza de encontrar algo distinto. Profecía autocumplida, o efecto Pigmalión (aunque no son lo mismo): deber moral¯goce lacaniano y superyó freudiano.
Curioso el destino de la metafísica de Kant en el lacanismo, víctima de un doble olvido. Según el buscador digital de muchos textos de Lacan, Kant aparece nombrado unas pocas veces menos que Descartes,[3] y la Crítica de la razón pura es citada el doble de veces que la Crítica de la razón práctica.[4] A diferencia de Foucault, por ejemplo, que siempre rescató lo que obtuvo de Kant, Lacan fue un poco esquivo en merecimientos. Quizás esto explique el doble olvido.
Las vidas de Lacan y Kant se cruzan más de lo que podría parecer. Ambos iniciaron sus proyectos con mucho entusiasmo, pero no fueron comprendidos por sus contemporáneos y finalizaron sus vidas en la máxima soledad intelectual.
Revisando una de sus biografías me encuentro con que mucho de lo que se dice sobre Kant no es correcto; no era un ser inundado de superyó que vivía como un autómata.[5] Para el nacido en la ciudad de los puentes, Dios se encontraba en el cielo estrellado y en la ley moral. Para el nacido en la ciudad romántica, Dios era inconsciente. Aun así, los atravesaba la misma aventura, la misma pregunta; la pregunta por un real reflexivo, si se nos permite la expresión: ¿Qué puedo saber? ¿Qué debo hacer? ¿Qué me está permitido esperar?
El libro es prudente y audaz a la vez. Prudente porque no se sirve de descalificaciones, o no cae en anacronismos, tentaciones de las que es difícil escapar. Audaz porque se ubica por fuera del discurso universitario, aquel en dónde se escriben las tesis.
Recuerdo que cuando comencé las lecturas en psicoanálisis, un profesor dijo que Lacan había tomado sus tres registros de Kant, nunca explicó por qué. Esa inquietud quedó ahí en el limbo por un tiempo, luego la olvidé.
Grata sorpresa me llevé con el libro, cuándo estos amigos, a los que nunca he abrazado, aportan la respuesta qué ese antiguo profesor, que hoy descansa entre los muertos, nunca explicó.
¿Cuán importante resultó la metafísica de Kant para aproximarse a la epistemología lacaniana? No lo sabemos, resta por saberse.
Lacan y Kant merecen una segunda vuelta. Esperemos que así sea.
Diego Paschetta, abril de 2021.
[1] Una excepción es el capítulo “Lacan con Kant”, en Interlocutores filosóficos de Lacan, de Nora Trosman. Ed. Letra Viva (2013).
[2] Ed. ELPCF (2000).
[3] 102 contra 93.
[4] 10 contra 5.
[5] Estudio introductorio, de José Luis Villacañas. Ed. Gredos (2014), que forman parte de la Crítica de la razón pura.