
Sobre mi
Psicólogo de profesión.
Psicoanalista de formación.
Formalidades
Egresado en Psicología por la Universidad Nacional de Córdoba (2003), República Argentina. Plan 1986. Título otorgado el 18/12/2003. Folio 396 del Libro de Grados 29.
Matriculado en el Colegio de Psicólogos de la Provincia de Córdoba. Resolución de Junta Ejecutiva N° 432/06. Matrícula Provincial N° 4378.
Inscripto en el Registro Nacional de Prestadores. Certificado N° 224502. Superintendencia de Servicios de Salud. Ministerio de Salud de la República Argentina.


Informalidades
¿Qué nos enseña la parábola del buen samaritano?
Varias cuestiones, rescato algunas.
La primera es distinguir el espíritu de una Ley, de su texto escrito. El espíritu remite al Nombre-del-Padre, que humaniza a los sujetos mediante la articulación del deseo a la Ley. La palabra escrita remite a la moral y al deber superyoico. El espíritu regula las relaciones entre las personas; la palabra, en cambio, se convierte en un imperativo o mandato que se impone por sí mismo.
La segunda refiere a las virtudes. La parábola enseña que la virtud principal en el trato con otra persona es la igualdad y el respeto. No sucede lo mismo cuando se parte de la jerarquía, que requiere de solemnidad y distancia. Toda persona que sufre y acude a un psicoanalista, independientemente de cualquier condición que porte, merece ser tratada con paciencia y dedicación.
La tercera tiene que ver con cómo nos agrupamos los psicoanalistas. Quizás convenga dejar de lado los rótulos y las etiquetas en pos de la comunión de ideas. Cualquier intelectual que incorpore la categoría de sujeto en su pensamiento es más próximo al psicoanalista que otro colega que haya cumplido los requisitos de formación en alguna escuela.
Por último, debemos evitar caer en una suerte de “fariseísmo psicoanalítico”. Esto significa no identificarnos a los personajes de Freud o Lacan en sus ritos y costumbres. No considerarlos Padres o Maestros iluminados, tampoco apoyarnos en el conocimiento como algo ya adquirido. Y no descuidar nuestra verdadera labor que es la de interrogar y teorizar al inconsciente.
No me considero una persona religiosa, aun escribiendo esto. Prefiero enunciar “no pienso en Dios” a decir que no creo en él.